Latour
sexta-feira, 31 de dezembro de 2010
El reloj de arena
Está bien que se mida con la dura
Sombra que una columna en el estío
Arroja o con el agua de aquel río
En que Heráclito vio nuestra locura
El tiempo, ya que al tiempo y al destino
Se parecen los dos: la imponderable
Sombra diurna y el curso irrevocable
Del agua que prosigue su camino.
Está bien, pero el tiempo en los desiertos
Otra substancia halló, suave y pesada,
Que parece haber sido imaginada
Para medir el tiempo de los muertos.
Surge así el alegórico instrumento
De los grabados de los diccionarios,
La pieza que los grises anticuarios
Relegarán al mundo ceniciento
Del alfil desparejo, de la espada
Inerme, del borroso telescopio,
Del sándalo mordido por el opio
Del polvo, del azar y de la nada.
¿Quién no se ha demorado ante el severo
Y tétrico instrumento que acompaña
En la diestra del dios a la guadaña
Y cuyas líneas repitió Durero?
Por el ápice abierto el cono inverso
Deja caer la cautelosa arena,
Oro gradual que se desprende y llena
El cóncavo cristal de su universo.
Hay un agrado en observar la arcana
Arena que resbala y que declina
Y, a punto de caer, se arremolina
Con una prisa que es del todo humana.
La arena de los ciclos es la misma
E infinita es la historia de la arena;
Así, bajo tus dichas o tu pena,
La invulnerable eternidad se abisma.
No se detiene nunca la caída
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.
En los minutos de la arena creo
Sentir el tiempo cósmico: la historia
Que encierra en sus espejos la memoria
O que ha disuelto el mágico Leteo.
El pilar de humo y el pilar de fuego,
Cartago y Roma y su apretada guerra,
Simón Mago, los siete pies de tierra
Que el rey sajón ofrece al rey noruego,
Todo lo arrastra y pierde este incansable
Hilo sutil de arena numerosa.
No he de salvarme yo, fortuita cosa
De tiempo, que es materia deleznable.
Jorge Luís Borges
Sombra que una columna en el estío
Arroja o con el agua de aquel río
En que Heráclito vio nuestra locura
El tiempo, ya que al tiempo y al destino
Se parecen los dos: la imponderable
Sombra diurna y el curso irrevocable
Del agua que prosigue su camino.
Está bien, pero el tiempo en los desiertos
Otra substancia halló, suave y pesada,
Que parece haber sido imaginada
Para medir el tiempo de los muertos.
Surge así el alegórico instrumento
De los grabados de los diccionarios,
La pieza que los grises anticuarios
Relegarán al mundo ceniciento
Del alfil desparejo, de la espada
Inerme, del borroso telescopio,
Del sándalo mordido por el opio
Del polvo, del azar y de la nada.
¿Quién no se ha demorado ante el severo
Y tétrico instrumento que acompaña
En la diestra del dios a la guadaña
Y cuyas líneas repitió Durero?
Por el ápice abierto el cono inverso
Deja caer la cautelosa arena,
Oro gradual que se desprende y llena
El cóncavo cristal de su universo.
Hay un agrado en observar la arcana
Arena que resbala y que declina
Y, a punto de caer, se arremolina
Con una prisa que es del todo humana.
La arena de los ciclos es la misma
E infinita es la historia de la arena;
Así, bajo tus dichas o tu pena,
La invulnerable eternidad se abisma.
No se detiene nunca la caída
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.
En los minutos de la arena creo
Sentir el tiempo cósmico: la historia
Que encierra en sus espejos la memoria
O que ha disuelto el mágico Leteo.
El pilar de humo y el pilar de fuego,
Cartago y Roma y su apretada guerra,
Simón Mago, los siete pies de tierra
Que el rey sajón ofrece al rey noruego,
Todo lo arrastra y pierde este incansable
Hilo sutil de arena numerosa.
No he de salvarme yo, fortuita cosa
De tiempo, que es materia deleznable.
Jorge Luís Borges
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El reloj de arena; Jorge Luís Borges
A un gato
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
Jorge Luís Borges, num poema que pode não ser para um gato.
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
Jorge Luís Borges, num poema que pode não ser para um gato.
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A un gato. Jorge Luís Borges
quinta-feira, 30 de dezembro de 2010
quarta-feira, 29 de dezembro de 2010
Rua Duque de Palmela 111
Pelo lado dos lódãos ao fim do dia
depressa se chega agora no verão
à pedra viva do silêncio
onde o pólen das palavras se desprende
e dança dança dança até ao rio.
Eugénio de Andrade
depressa se chega agora no verão
à pedra viva do silêncio
onde o pólen das palavras se desprende
e dança dança dança até ao rio.
Eugénio de Andrade
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Eugénio de Andrade; Rua Duque de Palmela 111
terça-feira, 28 de dezembro de 2010
segunda-feira, 27 de dezembro de 2010
domingo, 26 de dezembro de 2010
A Sílaba
Toda a manhã procurei uma sílaba.
É pouca coisa,é certo:uma vogal,
uma consoante,quase nada.
Mas faz-me falta.Só eu sei
a falta que me faz.
Por isso a procurava com obstinação.
Só ela me podia defender
do frio de janeiro,
da estiagem do verão. Uma sílaba.
Uma única sílaba.
A salvação
Eugénio de Andrade
É pouca coisa,é certo:uma vogal,
uma consoante,quase nada.
Mas faz-me falta.Só eu sei
a falta que me faz.
Por isso a procurava com obstinação.
Só ela me podia defender
do frio de janeiro,
da estiagem do verão. Uma sílaba.
Uma única sílaba.
A salvação
Eugénio de Andrade
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A Sílaba,
Eugénio de Andrade
sábado, 25 de dezembro de 2010
sexta-feira, 24 de dezembro de 2010
When I am in the kitchen
I think about the past. I empty the ice-cube trays
crack crack cracking like bones, and I think
of decades of ice cubes and of John Cheever,
of Anne Sexton making cocktails, of decades
of cocktail parties, and it feels suddenly far
too lonely at my counter. Although I have on hooks
nearby the embroidered apron of my friend's
grandmother and one my mother made for me
for Christmas 30 years ago with gingham I had
coveted through my childhood. In my kitchen
I wield my great aunt's sturdy black-handled
soup ladle and spatula, and when I pull out
the drawer, like one in a morgue, I visit
the silverware of my husband's grandparents.
We never met, but I place this in my mouth
every day and keep it polished out of duty.
In the cabinets I find my godmother's
teapot, my mother's Cambridge glass goblets,
my mother-in-law's Franciscan plates, and here
is the cutting board my first husband parqueted
and two potholders I wove in grade school.
Oh the past is too much with me in the kitchen,
where I open the vintage metal recipe box,
robin's egg blue in its interior, to uncover
the card for Waffles, writ in my father's hand
reaching out from the grave to guide me
from the beginning, "sift and mix dry ingredients"
with his note that this makes "3 waffles in our
large pan" and around that our an unbearable
round stain—of egg yolk or melted butter?—
that once defined a world.
Jeanne Marie Beaumont
crack crack cracking like bones, and I think
of decades of ice cubes and of John Cheever,
of Anne Sexton making cocktails, of decades
of cocktail parties, and it feels suddenly far
too lonely at my counter. Although I have on hooks
nearby the embroidered apron of my friend's
grandmother and one my mother made for me
for Christmas 30 years ago with gingham I had
coveted through my childhood. In my kitchen
I wield my great aunt's sturdy black-handled
soup ladle and spatula, and when I pull out
the drawer, like one in a morgue, I visit
the silverware of my husband's grandparents.
We never met, but I place this in my mouth
every day and keep it polished out of duty.
In the cabinets I find my godmother's
teapot, my mother's Cambridge glass goblets,
my mother-in-law's Franciscan plates, and here
is the cutting board my first husband parqueted
and two potholders I wove in grade school.
Oh the past is too much with me in the kitchen,
where I open the vintage metal recipe box,
robin's egg blue in its interior, to uncover
the card for Waffles, writ in my father's hand
reaching out from the grave to guide me
from the beginning, "sift and mix dry ingredients"
with his note that this makes "3 waffles in our
large pan" and around that our an unbearable
round stain—of egg yolk or melted butter?—
that once defined a world.
Jeanne Marie Beaumont
quinta-feira, 23 de dezembro de 2010
Uma carta do Pai Natal
My Dear Susy Clemens,
I have received and read all the letters which you and your little sister have written me... I can read your and your baby sister's jagged and fantastic marks without any trouble at all. But I had trouble with those letters which you dictated through your mother and the nurses, for I am a foreigner and cannot read English writing well. You will find that I made no mistakes about the things which you and the baby ordered in your own letters--I went down your chimney at midnight when you were asleep and delivered them all myself--and kissed both of you, too... But... there were... one or two small orders which I could not fill because we ran out of stock ...
There was a word or two in your mama's letter which . . .I took to be "a trunk full of doll's clothes." Is that it? I will call at your kitchen door about nine o'clock this morning to inquire. But I must not see anybody and I must not speak to anybody but you. When the kitchen doorbell rings, George must be blindfolded and sent to the door. You must tell George he must walk on tiptoe and not speak--otherwise he will die someday. Then you must go up to the nursery and stand on a chair or the nurse's bed and put your ear to the speaking tube that leads down to the kitchen and when I whistle through it you must speak in the tube and say, "Welcome, Santa Claus!" Then I will ask whether it was a trunk you ordered or not. If you say it was, I shall ask you what color you want the trunk to be . . . and then you must tell me every single thing in detail which you want the trunk to contain. Then when I say "Good-by and a merry Christmas to my little Susy Clemens," you must say "Good-by, good old Santa Claus, I thank you very much." Then you must go down into the library and make George close all the doors that open into the main hall, and everybody must keep still for a little while. I will go to the moon and get those things and in a few minutes I will come down the chimney that belongs to the fireplace that is in the hall--if it is a trunk you want--because I couldn't get such a thing as a trunk down the nursery chimney, you know . . . .If I should leave any snow in the hall, you must tell George to sweep it into the fireplace, for I haven't time to do such things. George must not use a broom, but a rag--else he will die someday . . . . If my boot should leave a stain on the marble, George must not holystone it away. Leave it there always in memory of my visit; and whenever you look at it or show it to anybody you must let it remind you to be a good little girl. Whenever you are naughty and someone points to that mark which your good old Santa Claus's boot made on the marble, what will you say, little sweetheart?
Good-by for a few minutes, till I come down to the world and ring the kitchen doorbell.
Your loving Santa Claus
Whom people sometimes call
"The Man in the Moon"
Susy Clemens, a menina a quem esta carta foi enviada, aqui com a sua familia, em especial o seu pai, também conhecido por Mark Twain ou, pelos vistos, "The man in the Moon", e autor da carta:
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Mark Twain
Retrospectiva subjectiva, atrás da objectiva.
"2010 was, as always, an interesting year at Stanford, and University photographer Linda Cicero was there for all of it – the game-changing scientific research, the energetic Stanford Band, the raucous welcome to the freshmen, the subtleties of great teaching, the bittersweetness of graduation."
Vale a pena ver as fotografias aqui: Stanford.
Desde uma balança que pesa borboletas até ao George Clonney, mas passando por coisas muito mais sérias, tudo lhes acontece. Acontece-lhes até ter uma fotógrafa que lhes guarda o passar dos dias.
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Stanford
quarta-feira, 22 de dezembro de 2010
terça-feira, 21 de dezembro de 2010
Silêncios
"And last but not least, what price would you pay for a blissful minute of silence? If you’re British composer Mike Batt, the answer is: six figures. In 2002, Batt was sued for allegedly plagiarizing the late American composer John Cage’s 1952 composition “4'33”” (which was totally silent) in the song “A One Minute Silence” by his band the Planets (which was also totally silent). While Batt initially quipped, that “Mine is a much better silent piece. I have been able to say in one minute what Cage could only say in four minutes and 33 seconds,” he ultimately paid an undisclosed six-figure sum to the John Cage Trust. Asked whether they were happy with the result, Cage’s heirs predictably had no comment. In unrelated news, this firm defended a stationery store against a lawsuit brought by a plaintiff who claimed copyright ownership in blank paper."
Retirado daqui: Law Law land
segunda-feira, 20 de dezembro de 2010
domingo, 19 de dezembro de 2010
De morte natural
(clicar sobre a imagem para ler)
Do livro Les Révélations de la memoire.
E também aqui: L'Actualité des Études Grecs.
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Jacqueline de Romilly
sexta-feira, 17 de dezembro de 2010
Um livro sobre a amizade
O livro é composto de reproduções de dedicatórias e correspondência recebida por Alberto de Lacerda de inúmero artistas, escritores, poetas, bailarinos, músicos. Aqui ficam alguns:
Jonh Ashberry
Marta Graham
Anne Sexton
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Alberto Lacerda
Por falara em oferendas, lembram-se disto?
Daqui: FCG
Pois olhem o resultado:
Ao longo do dia 12 de Dezembro foi possível recolher 390 instrumentos musicais, entre guitarras, flautas, trompetes, clarinetes, violoncelos, violinos, órgãos, baterias e outros instrumentos. Durante a semana, a Fundação Gulbenkian continuará a receber os que serão enviados de outras localidades.
Daqui: FCG
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Música por uma Causa; Fundação Gulbenkian
Agora coisas mais simples:
Escolhi este, adequado à época:
(parece que o Natal não lhes correu lá muto bem…)
Mais pode ser visto aqui: Tinta da China
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Quim e Manecas; Tinta da China
O Pedro Fontes quer convencer-nos das qualidades da sua geração. Ora vejam:
“The financial crisis –and universal loathing it earned bankers and financiers – is making a mercenary career increasingly unappealing to the next generation. "The older generation made their money then gave it away – so-called Generation Y is doing both simultaneously,"
Pode ler-se tudo aqui: WSJ
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Greed is for Whimps
Danças
Hoje temos festa, por isso há que preparar. Aqui vai o meu contributo:
O que não se quer de todo é a:
Se bem que a descrição é aliciante:
Para se perceber melhor as figuras do Boston:
Aqui vai o diagrama:
Mas eu sugiro uma coisa mais, estremecida:
Bem, desculpem lá tanta dansa, mas não podia deixar de partilhar esta nota introdutória do dito livro, até porque assim logo à noite temos uma fundamentação intelectual para todos os desmandos:
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